Reencuentro otoñal
Ella y Él se conocieron siendo adolescentes en un período breve y casual.
Él volvió a su pueblo natal para ayudar a su padre en tareas del campo.
Ella en la ciudad estudiando, luego trabajando, con amigos, en un ambiente compartido con padres, hermanas, todo muy feliz.
No volvieron a verse, aunque Él regresó después de unos años y ya acompañado.
Ella en plena juventud se enamoró de un ser excepcional, inteligente y muy noble.
Construyeron una hermosa familia, junto a sus tres hijos deseados, cuidados y guiados con mucho amor y respeto.
Así transcurrieron cuarenta y cinco años, juntos con tiempos bonitos sobre todo con la llegada de los nietos.
Y todo se quebró aquella víspera del año nuevo judío.
La fiesta se transformó en dolor inmenso y profundo. La mesa servida quedó como testigo amargo en medio de tanta dulzura esperada.
Unas horas más y se apagaba la vida del amado esposo, padre, abuelo, amigo.
Principio y final.
Ella se dijo tratando de superar su angustia: “No hay nada mejor que la vida misma”.
Y así siguió adelante, caminando más lento pero tras metas más cortas, agradables y realizables.
Ella al tiempo asistió a una reunión familiar.
Mucho fue su asombro al descubrir la presencia de Él, aquel adolescente del tiempo breve y casual.
Ambos eran abuelos, habían transcurrido muchos, muchos años. Sus compañeros ya no estaban pero sus mentes y quizá alguna neurona estaban abiertas.
Fue algo mágico, impensable.
Se volvieron a encontrar. Él le robó el primer beso y nació el deseo del compartir.
Muchos paseos, viajes, charlas extensas, pensamientos muy parecidos.
Conservando cierta independencia hicieron suyos todos los fines de semana.
Hubo abrazos, besos, todo con naturalidad y gran respeto por lo vivido antes y en la actualidad.
Felices por el acompañamiento de sus respectivas familias que se brindaron con cariño.
Ocho años y un duro final. Otra vez Ella afrontando tan irreparable pérdida del “inolvidable compañero” en el otoño de su vida.
Recordando al gran Borges: En un relato decía:
“La memoria suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan”.